Muchas japonesas viven relaciones que son funcionales, lejos de cualquier concepto romántico moderno, pero que son necesarias para encajar como grupo social que les permite desarrollar una vida "normal". Esto es relativamente aceptado y común en las zonas más aisladas como Tohoku.
Sin embargo, otras, como mi mujer, me corta los huevos con la wakizashi y me los pone de cobarta si se entera que me he ido de putas.