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Tchia – Análisis

Los videojuegos que al igual que Tchia, se basan en culturas ancestrales que se salen de las típicas y sobreexplotadas culturas en cualquier medio, siempre son de agradecer y más aún cuando hay un buen trasfondo en la historia, buena música, junto a un mimo y cuidado en la calidad final del producto.

En este caso era evidente que se iba a poner mucho empeño en todo ello, pues los cofundadores del estudio Awaceb, proceden de la pequeña isla del Pacífico Nueva Caledonia, lugar en el que se inspira Tchia.

Esta inspiración que han aprovechado en Awaceb y la editora Kepler Interactive, nos trae un pequeño gran juego de mundo abierto donde no solo vamos a vivir una bonita historia, si no que también se nos muestran fundamentos de la cultura, folclore, tradiciones, música, idiomas y mucho más basado en Nueva Caledonia, en el que además viviremos una evolución en el personaje de la joven llamada Tchia.

Sentaos junto a la hoguera y escuchad su historia.

Érase una vez una chica llamada Tchia…

Así comienza el juego, que previamente nos traslada hasta una zona ubicada entre las ficticias islas de Ija Nöj y Madra Nöj, donde de una forma un tanto aislada Tchia vive con Joxu, su padre, un buen hombre y mejor cocinero, que le ha enseñado a su hija respeto y valores hacia la madre naturaleza, los animales y un especial amor por la música y cultura de su tierra.

Tras la visita de un buen amigo llamado Tre, quien les lleva suministros y algún obsequio a la joven, entre los que se encuentra una flor con un bello significado, la noche se convierte en un momento paz, alegría y celebración al son de la música.

Pero todo se desvanece casi de ipso facto, cuando un helicóptero surca los cielos e invade la pequeña isla donde se encuentran Tre, Tchia y su padre, quien mantiene una acalorada discusión con quienes venían a bordo de dicha máquina voladora.

Oculta bajo la protección de Tre, Tchia ve como su padre es secuestrado y ella, en un heróico arrebato, corre hacia el helicóptero haciendo que inconscientemente sus poderes se manifiesten, poseyendo con un salto astral el machete del villano y cortando la cara de este.

Inevitablemente cae al mar, pero es salvada por Tre, quien le explica vagamente que sucede y que su misión es ir a ver a Meavora, quien ordenó secuestrar a su padre.

Un juego para toda la familia…a veces

La sencillez visual de la que hace gala Tchia, se acompaña de una similar sencillez en mecánicas e historia, donde hasta se nos facilita la posibilidad de pasar del segmento de juego en el que nos encontramos, pero claro, así perdemos elementos importantes a nivel narrativo y de jugabilidad, algo de lo que somos avisados antes de hacerlo.

También tiene un modo sin fallos y un modo familiar; en el primero Tchia nunca se desmaya aunque pierda toda la energía, algo que facilita y mucho la jugabilidad. En el modo familiar, simplemente ciertas escenas y momentos visualmente perturbadores (y los hay), desaparecen por completo o son rediseñados.

Lo cierto es que el juego es bastante sencillo en mecánicas, estando claramente dirigido más a contar la historia y todo lo que tiene que ver con la cultura en la que se basa, que en mostrar una jugabilidad que pueda resultar retadora.

El juego está muy bien adaptado a los controles y tanto con teclado y ratón o con mando (mucho mejor), el juego responde perfectamente y con una rapidez que se agradece sobre todo en los minijuegos musicales, que no son pocos.

La accesibilidad, algo en lo que se hace mucho hincapié hoy día en los videojuegos, está muy presente y se agradece.

Preparados para un “Salto Astral”

Tchia obtiene sus poderes al principio y además de darle la bella condición anatómica de la heterocromía, le permite realizar lo que se denomina “salto astral”, que consiste en un don con el que podemos introducirnos en cualquier objeto o animal. De esta forma es posible usar sus características individuales para movernos de diferentes formas, resolver puzles y mucho más a lo largo de las islas.

Esto nos consume energía que recuperamos con el tiempo o tomando ciertos frutas vigorosas. Incluso planear con nuestro parapente casero, nadar o bucear hace que nuestra energía se consuma, así que aprender a gestionarla, sobre todo al principio, es vital.

Volviendo a nuestro don, aprender a usarlo con los animales (más de 30) o con la insana cantidad de objetos que pueblan este mundo, es también muy importante y ofrece múltiples posibilidades a la hora de encarar misiones.

No queremos hacer spoilers, pero algo muy divertido es poder convertirte en una paloma y poder, literalmente, defecar sobre enemigos para confundirlos para a continuación saltar a un cangrejo y pellizcarles, o convertirte en una piedra para rodar montaña abajo y llegar más rápido a un lugar. Información vital; los gatos tienen visión nocturna…

Eso sin contar que podemos dar un salto astral a un delfín y cruzar el océano y así ahorrar el subirnos a bordo de nuestro improvisado barco. ¡¡Millones de posibilidades!!

Y ah sí, se puede (y debe) acariciar a todos los animales.

Recorriendo el mundo abierto de Tchia

Nada tiene que envidiar Tchia a otros títulos de mundo abierto que son considerados juegos triple A. En su caso, contiene dos islas bastante extensas con zonas acuáticas que contienen pequeños islotes y varios lugares por descubrir (y alguna zona secreta)

A lo largo y ancho del mapa, tenemos los conocidos como “puntos de vista”, que no son ni más ni menos como las atalayas que podemos encontrarnos en Assassin’s Creed y que nos sirven para descubrir puntos de interés en el mapa, aunque en este caso la forma de activarlas no es sincronizando, si no pegando un grito “Koutchi” que revela todo alrededor nuestro.

También tenemos las hogueras, que sirven para descansar, cambiar de hora durmiendo (aunque podemos hacerlo con una melodía de nuestro ukelele en cualquier momento), o simplemente comer para recuperar energía. En caso de desmayarnos, nos sirven como punto de reaparición.

Luego están los muelles, que son de lo más interesante y recomendamos desbloquearlos cuanto más pronto, mejor. Esto es básicamente porque entre ellos podemos realizar viajes rápidos que nos facilitarán mucho la forma de movernos por las islas. También sirven para llamar a nuestra pequeña embarcación y personalizarla.

No vamos a olvidarnos de los minijuegos, que muchos de ellos se van desbloqueando mientras vamos avanzando en la historia y nos sirven para desbloquear ciertas misiones, secretos, ropa para Tchia, así como ganar trofeos y más cosas.

Pero eso os lo contamos en el siguiente apartado.

Es imposible aburrirse en este juego

Y lo decimos totalmente en serio. Disponemos de la posibilidad de jugar a media docena de minijuegos, usar una cámara de fotos analógica o simplemente tocar el ukelele que nos dan. Con cualquiera de esas posibilidades, se nos olvida seguir jugando la historia principal.

Tenemos dos islas repletas de carreras, desafíos con el tirachinas, esculpir totems, torres de piedras, saltos de trampolín, etc…

Con la mayoría desbloqueamos trofeos que nos dan dentro del juego, pero con otros conseguiremos melodías espirituales para tocar con nuestro ukelele e invocar distintas opciones y características.

Ukelele que por cierto vamos a tocar en muchos momentos del juego con melodías predefinidas que tenemos que seguir como en muchos juegos musicales, pero además podemos tocarlo como nos plazca usando notas reales. Así que los que sepáis de música, aprovechad para sacar vuestra vena artística musical.

Por último, tenemos la cámara de fotos, que servirá para una misión en particular, pero también pasa sacarle mucho partido dentro del juego

Apartado técnico de Tchia

Comentamos al principio que el juego visualmente es muy sencillo y eso juega a su favor, aunque también un poco en su contra, principalmente en el diseño de ciertos personajes que en contraste con los escenarios, se ven fuera de lugar.

Pero todo esto pasa al olvido en el momento que te dejas llevar por la magia del juego, el mensaje que transmite y de la manera que te transporta con sus escenarios y su música.

Música que es sublime y casi se convierte en otro personaje más de la historia. No recordábamos una forma de transmitir y emocionar de tal manera, desde que jugamos Imp of the Sun, curiosamente otro título que hace mucho hincapié en las tradiciones, cultura y música del país y zona de origen de su estudio.

Hemos quedado enamorados del apartado sonoro del juego y en conjunto con todo lo demás, logra funcionar muy bien haciéndolo de una forma muy ejemplar.

Las voces están el idioma nativo Drehu y en francés, logrando una inmersión aún mayor y en este caso si que no nos importa que el juego no esté doblado al español, aunque muchas veces nos perdemos la letra de las canciones, que son muy bonitas por cierto. Pero para eso hay un modo automático que nos permite disfrutar de las melodías sin tener que jugar.

El juego viene subtitulado a un montón de idiomas, entre los que se encuentra el español y con una traducción más que correcta.

Tchia: Tchia nos aporta un viaje con una tranquilidad que puede ser sin más un paseo donde lo que importa es hacerlo rodeado de aquellos que están presentes, o que sin estarlo se encuentran en todas partes. Jose Aguirre “Joshkerr”

8
von 10
2023-03-21T15:11:33+0100

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