Icono del sitio Comuesp

¿Por qué amasamos miles de juegos en Steam?

Desde hace ya tiempo he notado que intentar buscar un juego en mi propia cuenta de Steam (con miles de juegos) es una tarea digna del mismísimo Indiana Jones. Bucear entre los cientos de juegos que hay en cada género es bastante tedioso, conlleva incluso en algún momento, desesperarse con el sistema de filtros dinámicos de Steam. 

Y eso que en mi caso no soy ni mucho menos de los que más títulos tienen (unos 1060 ahora mismo). Seguro que más de uno de los que estáis leyendo esto me superaréis con distancia. Aquí mismo en la comunidad hay usuarios que poseen en sus cuentas más de 5000 o 6000 juegos; y como ya vimos en una noticia del mes de Abril, sabemos que hay usuarios con más de 25000. 

 

Acumuladores compulsivos

También me ha ocurrido más de una vez eso ver un juego con buena pinta en YouTube o Twitch. Ir a la tienda de Steam para ver cuánto cuesta y pensar si comprarlo, para darme cuenta de que ya lo poseo desde a saber cuándo… 

Además, ahora con todas las diferentes tiendas, saber si posees un juego antes de comprarlo te requiere comprobaciones extras si no quieres tenerlo por duplicado. Al menos tuve la suerte de descubrir Gog Galaxy y, desde entonces, la tarea es mucho más sencilla. 

El caso es que todo esto me llevó a reflexionar sobre el asunto, al final estamos acumulando juegos a sabiendas que nunca podremos jugarlos todos. El tiempo es limitado y los nuevos títulos se cuentan por miles cada año. Es cierto que los que merecen la pena de verdad solo son un puñado, pero aun contando solo esos es imposible jugarlo todo. Por lo menos si no te dedicas profesionalmente a ello, y tengo mis dudas de si se podría llegar a tal hazaña y dormir una media de 6-7 horas al día. 

 

El coleccionismo 

La primera respuesta que me surgió fue el coleccionismo. Siempre me han gustado las colecciones, y tengo ya varias en mi currículo: como discos, mini máquinas recreativas, llaveros y hasta ¡mecheros Clipper 

Los seres humanos nos alimentamos de recuerdos, esos recuerdos nos hacen revivir experiencias y es por eso que tendemos a guardar todo aquello que nos recuerda algún momento significante de nuestra vida, pero también solemos guardar cosas solo porque sí: porque nos gustan, porque tienen algún valor emocional o económico.

Están quienes coleccionan libros o discos, también los que coleccionan latas de refresco, botellas antiguas, monedas, timbres postales… y la lista podría seguir sin fin; para todos los que coleccionan, cada objeto está cargado de valor. En nuestro caso se podría decir que también coleccionamos licencias digitales que nos permiten jugar en las distintas plataformas. 

 

Para cuando tenga tiempo 

Pero ¿no es coleccionar una forma más elegante de acumular? y una actividad, en cierta forma, alimentada por las distintas industrias de consumo, potenciando ese oscuro deseo que tener miles de juegos es mejor, aunque no nos haga ninguna falta para ser felices… 

Por otro lado, también pensé: “Bueno, son juegos. Los adquiero gratis o a buen precio en packs u ofertas y, aunque ahora no tengo tiempo, puede que algún día les dé una oportunidad…”. Pero espera, ¿no me suena de algo este argumento? 

 

Diógenes digital

Diógenes de Sinope, un loco sabio, nacido en el año 413 a. C., desterrado de su propio pueblo, se transformó con el tiempo en uno de los pilares de la corriente filosófica de “los cínicos”. Vivía en un barril, rodeado de perros callejeros, con aspecto de vagabundo y estilo burlón. Su lengua puntilluda, sus sarcasmos y su ser transgresor y confrontador, lo hicieron merecedor del sobrenombre de “Sócrates enloquecido”. No tenía nada, no defendía nada, era libre hasta de sus propias ideas. 

En 1975 los investigadores Clark y Manikar bautizaron al Síndrome de Acumulación Compulsiva (SAC) con el nombre del maestro cínico: síndrome de Diógenes. Esto tal vez haciendo referencia a la imagen de Diógenes como mendigo o por él estar rodeado de perros. O tal vez en contraposición a todo lo que representó Diógenes: libertad y desapego. Por el contrario, las personas que padecen el síndrome de Diógenes acumulan cientos de cosas, de recuerdos y de basura, hasta llegar a la patología. 

Si nombro a Diógenes, concretamente para referirme al síndrome bautizado homónimamente, no es porque piense que tengamos algún tipo de patología por el hecho de acumular juegos. Ni mucho menos, pero es curioso como el argumento: “guardarlo por si me hace falta más adelante”, típico de las personas que padecen este síndrome, es muy similar al que lanzaba yo en mi reflexión unas líneas atrás. 

Más allá de eso, reconozco que las diferencias son más numerosas que las similitudes, poseer miles de juegos digitales no ocupa espacio (físico) y por suerte para nosotros, la cuenta de Steam no desprende olor a putrefacción por mucha basura que contenga. 

 

Los sentimientos 

La última de las respuestas que me vino a esta pregunta fue, simplemente, los sentimientos. Ésta es una industria que nos acompaña a la mayoría desde que éramos bien pequeños, hemos crecido en paralelo a los videojuegos y el mundillo que los rodea. 

Recuerdo la ilusión que me hizo allá a finales de los 90 un viejo CD con un emulador de la Megadrive y unas 100 Roms. Ese día me sentí el chaval más afortunado del mundo, podía tener todos aquellos juegos que, hace unos años, costaban una pasta gansa comprar en cartucho. 

A partir de ahí todo consistió en una búsqueda exhaustiva de más packs con emuladores de otros sistemas, me imaginaba poder jugar a todos aquellos juegos que había en los recreativos y bares de mi barrio. Con el tiempo me hice con varios CDs y DVDs repletos de Roms con sus emuladores. 

Gracias a esto pude disfrutar infinidad de títulos a los que no podría haber accedido de otro modo. Eso , con el tiempo vas dando cuenta que “clásicos” de verdad hay solamente un puñado por sistema. Los demás suelen ser con suerte juegos correctos, que los pruebas un rato y no los vuelves a tocar jamás. En otros casos, son directamente mediocres y no merece la pena ni recordar su nombre. Pero lo importante es que los tienes, que no tendrás que pagar de nuevo para jugarlos. 

Ese sentimiento es el que creo que subyace en todo este asunto de acumular grandes cantidades de juegos en la cuenta. Al final, el hecho de poseer un nuevo juego otorga la misma satisfacción siente un niño cuando recibe un regalo inesperado. 

 

Conclusiones 

Puede que tener una o más cuentas con miles de juegos no tenga sentido desde el lado práctico y lógico de las cosas. Si a una persona que no conozca el medio se lo comentas, pensará que no tiene mucho sentido dedicar tiempo y dinero a hacer crecer un listado de productos que no vas a usar en la mayoría de los casos. 

Pero si lo vemos desde el punto de vista emocional (y de coleccionismo) le veo mucho más sentido. Al final se trata de disfrutar de aquello que más nos gusta. En mi caso son los videojuegos, por lo que siempre agradezco el poder sumar un nuevo título a mi colección, y si cabe, ampliar un poquito más  ya semi-infinito backlog. 

¿Y  qué opinas? ¿Eres de los que acumulan miles de juegos? ¿Tu motivación es otra distinta?

Cuéntanoslo en los comentarios. 

Salir de la versión móvil